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lunes, 30 de julio de 2012

OTRA DE ESAS PEQUEÑAS Y ANÓNIMAS HISTORIAS DE AMOR



UN ÚNICO AMOR



Los dos niños jugaban con la arena del parque.

Eran pequeños, apenas cinco años.

Desde sendos bancos, sus madres vigilaban los juegos mientras leían distraídamente un libro.

Todavía se adivinaba un leve gesto de tristeza en sus rostros jóvenes.

Era reciente aún el dolor tras la muerte del hombre a quien amaron.

El juego de sus respectivos hijos arrancó una sonrisa en ambas desconocidas cuando cruzaron sus miradas.

Mientras tanto, ajenos al dolor de sus madres, los dos hermanos seguían con sus juegos inocentes.



Jorge Mato Huelves.



Guadalajara 5 de mayo de 2009


domingo, 29 de julio de 2012

DENTRO DE LO QUE LLAMO "PEQUEÑAS HISTORIAS DE AMOR" QUE POCO A POCO IRÉ DEJANDO CAER,  ESTÁ LA QUE A CONTINUACIÓN OS DEJO, EN ESTE CASO DESDE UN PUNTO DE VISTA NO SE SI HUMORÍSTICO O TRÁGICO.


LA TIERRA ERA UN PARAÍSO



Después de tantos años con la misma mujer comprendió que necesitaba tener una nueva relación, algo que le permitiese una forma diferente de vivir, aburrido ya de contemplar la misma cara y los mismos gestos cada día.

Desde entonces, como un ser solitario y triste, vaga por los paisajes vírgenes de la tierra en busca de una mujer con la que iniciar una fase distinta de su existencia.

Adán, empieza a sospechar que su búsqueda es casi un imposible.



Jorge Mato Huelves



Guadalajara 8 de mayo de 2009

miércoles, 25 de julio de 2012

De mis visitas a Roma, hay un proyecto de libro con mis impresiones que, quizás algún día será realidad. Demos tiempo al tiempo. Los recuerdos sobre esa ciudad siempre están en mí como recién vividos.
Una de las visitas imprescindibles para todo el que llega allí es la que os describo a contuación.




LA CAPILLA SIXTINA





Es, con seguridad, el lugar más deseado para quien va a Roma.

Y podemos jurar que no defrauda ni un ápice las expectativas creadas en el que se dirige a visitarla recorriendo con ansia y con prisa los pasillos, galerías, estancias y escaleras que conducen a ella a través de la inmensidad de los Museos Vaticanos.

Es difícil caminar junto a la enorme cantidad de elementos artísticos que se ofrecen a nuestra vista cuando dirigimos nuestros pasos hacia La Sixtina sin detenerse a contemplar alguno de ellos.

Mientras caminamos, a nuestros flancos aparecen pinturas, objetos litúrgicos, mapas gigantescos, planos antiquísimos, cerámicas, objetos de culto, joyas, techos decorados con filigranas bellísimas. Ni siquiera caeremos en la tentación de echar un vistazo a las estancias papales, donde Rafael dejó las maravillosas escenas que cubren sus paredes.

Nada nos detiene, nada debemos dejar que nos detenga hasta que hayamos podido satisfacer nuestro sueño: contemplar en las paredes y techo de la  capilla la obra más genial de toda la historia de la pintura.

No es fácil llegar hasta ella a través de un largísimo recorrido que nos obliga a caminar entre multitudes que abarrotan las amplias galerías y  obstruyen el paso detenidos en grupo ante cualquier obra de arte escuchando las explicaciones del guía que los conduce y al que siguen sumisamente, lentamente, con la vista puesta en la banderita que éste lleva en su mano para que no se desorienten, de la misma forma que las ovejas siguen al pastor que las cuida y las conduce por la senda correcta.

Uno que camina, si bien con dificultad, pero en todo caso libremente, por los pasillos y vericuetos de los Museos Vaticanos con un objetivo prefijado, con una meta definida, no puede por menos que sentir cierta lástima por este turismo de aborregamiento artístico, cuando ve caminar con mansedumbre y sumisión al guía de turno a estas legiones de turistas japoneses, americanos o vaya usted a saber qué.

Uno piensa que el guía debe ser uno mismo. Nada debe interrumpir ese momento mágico que se produce cuando yo, espectador, entro en contacto con un artista muerto hace ya siglos, a través de su arte.

La obra de arte es un personaje más en el trío que genera algo inexplicable como es este contacto que, superando el paso del tiempo, pone frente a frente al artista y al amante del arte.

Cuando este contacto se produce, todo lo demás desaparece.

A la Capilla Sextina se entra de repente, sin que uno haya sido consciente de que esa última puerta, esa pequeña puerta sin importancia, nos ha dejado, como sin sentir, dentro de un espacio que se abre de pronto ante nosotros como una explosión de color.

Uno tarda en reaccionar cuando está ya, por fin, dentro de la inimaginable maravilla que aparece ante nuestros ojos.

Y no sabe hacia dónde dirigir la mirada.

Un rumor intenso de conversaciones y las órdenes repetidas a cada momento por los vigilantes de la sala pidiendo silencio, nos saca de nuestro atontamiento  momentáneo y nos permite darnos cuenta de que hemos caminado inconscientemente hasta el centro de la estancia y de que estamos rodeados de gente, de una muchedumbre, mientras nuestros ojos, que miran asombrados hacia los laterales y hacia la bóveda, están a punto de dejar caer una lágrima por nuestras mejillas.

Es una emoción inmensa.

Nada se le parece. Quizás la llegada de tu primer hijo. Quizás tu primer beso. Quizás tu primer contacto con la muerte.

Porque, verdaderamente, la contemplación de las pinturas de Miguel Ángel te traspasa.





19 de agosto de 2008




lunes, 23 de julio de 2012

ESTE ES UN CUENTO PARA NIÑOS UN POCO MAYORES. CON ÉL ME PRESENTÉ AL CONCURSO QUE TODOS LOS AÑOS CONVOCA LA BIBLIOTECA PÚBLICA DE GUADALAJARA CON MOTIVO DEL DÍA DEL LIBRO Y TUVE LA SUERTE DE GANAR.
EL LEMA ESTA VEZ ERA "MALOS DE CUENTO" Y YO PLANTEÉ LA PARADOJA DE QUE EL BIEN TIENE SU RAZÓN DE SER CURIOSAMENTE EN LA EXISTENCIA DEL MAL.
BUENO, Y OTRAS COSAS...AHÍ VA EL CUENTO.



REBELIÓN


El viejo escritor se enfrentó de nuevo a la creación de un relato que tuviese la suficiente fuerza para que el jurado de aquel concurso de narraciones breves se fijase en sus cualidades y le seleccionara entre los ganadores.

Una y otra vez había intentado poder figurar entre aquella élite de creadores que tienen ya su nombre escrito en las listas de profesionales de la literatura.

Durante muchos años, de forma tesonera y oculto en su pequeño despacho de aquella casa escondida entre las callejuelas más recoletas de la pequeña ciudad, había dado rienda suelta a su imaginación en multitud de narraciones llenas de fantasía y creatividad.

En su mesa se amontonaban los manuscritos encriptados en pequeñas carpetas en cada una de las cuáles figuraban, escritos con letra elegante, el título y la fecha en que habían sido terminados.

Una y otra vez había presentado sus creaciones literarias a diversas convocatorias con la esperanza de conseguir alguno de los premios ofertados y, una y otra vez, sus trabajos pasaban a formar parte de esa multitud de creadores anónimos, de esa colección de gentes entusiastas que escondidos en sus casas, bajo la luz de la lámpara de mesa, pasan horas y horas dejando sobre el papel plasmadas todas aquellas palabras, todas aquellas ideas y sueños que, tal vez algún día, hagan posible que sus esperanzas se vean satisfechas.

Esta vez, el tema propuesto era endiabladamente complicado. Bajo su aparente simplicidad escondía un reto espinoso y difícil de superar: un cuento para niños.

Nada hay tan sencillo en su apariencia, tan inocente en su aspecto como un niño.

Sin embargo, nada tan difícil de conseguir como el interés de un niño.

Durante años, siglos realmente, los creadores de cuentos infantiles han escrito auténticas narraciones para adultos llenas de moralejas, recomendaciones y demás zarandajas que a los niños les importan un comino.

Mediante los cuentos se ha pretendido ir modelando conductas, tallando personalidades y, en definitiva, ir educando a los nuevos miembros de la sociedad, todavía pequeñas figuritas de arcilla que es posible formatear, para que sean ciudadanos ejemplares e hijos obedientes y sumisos.

Pero un cuento para niños debería estar dotado de una magia especial, pensaba, que les haga entender la vida como algo digno de ser disfrutado, como un mundo en el que ellos sean parte, una parte importante junto al resto.

Debería eliminar en su relato cualquier elemento que hiciese referencia a lo feo, a lo no apetecible, a lo no deseado. En su relato idealizaría el mundo para sus pequeños lectores.

Intentó volver a ser niño; trató de dar marcha atrás en su cerebro, como si fuese una cinta de video que se pudiese manipular, hasta conseguir situarse en aquellos años en los que el mundo era un lugar esplendoroso. Pero no era posible. Todo lo que pensaba, todo cuanto se le ocurría, en un esfuerzo vano de comportarse como un niño era filtrado a través de su experiencia de adulto. Ni siquiera con la imaginación uno puede retornar hacia atrás en la vida. La experiencia nos aplasta y no es posible desprenderse de lo vivido.

A pesar de ello avanzó en el relato.

La historia, surgida de una breve idea, de una sucinta frase de comienzo, (¨lo malo no existe¨), avanzaba con paso lento. Los personajes iban surgiendo casi sin que él lo percibiera. Se iban conformando casi directamente sobre el papel sin que apenas tuviera en sus manos la posibilidad de manipularlos. Existían por sí mismos. Era, como no podía ser de otra manera, una narración para niños en la que los personajes eran niños.

Su historia de niños inocentes y hermosos era también una hermosa historia de hechos, lugares y acontecimientos ideales sin que en ningún momento de la narración apareciese el menor atisbo de emociones desagradables.

La narración estaba prácticamente conseguida. Sólo le quedaba rematarla con un final inesperado y sorprendente tal como tenía por costumbre.

Aquella noche, cansado pero satisfecho, dejó su lápiz sobre el último folio escrito y se acostó con la intención de terminar su cuento a la mañana siguiente.

Apagó la lámpara y dejó el despacho apenas iluminado por la claridad de la luna que esa noche, en todo su esplendor, se colaba a través de la ventana sobre la mesa del escritorio.

Pero algo extraño empezó a notarse en aquel cuarto. Una especie de neblina fosforescente se iba derramando sobre la mesa y, poco a poco, en los libros apilados en las estanterías se empezó a notar como un pequeño temblor; sus páginas fueron abriéndose y, de entre ellas, pequeños personajes, a modo de holografías, surgían y, uno a uno, se deslizaban como diminutas figuras hasta la mesa donde reposaban los folios recién escritos hasta agruparse en una pequeña multitud.

Sentados sobre las carpetas, lapiceros, sacapuntas y demás objetos existentes sobre la mesa, con caras enfadadas y gestos de preocupación se miraban unos a otros a la espera de que alguno de ellos tomase la iniciativa.

Allí estaban, con cara de circunstancias, el Lobo de Caperucita, la Bruja de Hansel y Gretel; el Lobo de Los Tres Cerditos, primo lejano del de Caperucita, si bien aquel tenía una posición económica algo mejor al haber fundado una empresa de demoliciones.

El Ogro con las botas de Siete Leguas, que calzaba casi el mismo pie que La Bestia, en un extremo de la mesa, ambos sentados sobre un grueso diccionario, chupaban una piruleta que habían cogido al pasar por la Casita de Chocolate.

La Madrastra de Blancanieves, convertida en una feísima vieja, pensaba en silencio mientras acariciaba una roja manzana de su cesta.

Una multitud de dragones, jorobados, gentes deformes con caras horrendas, elegantes malvados, ricachones como Mr. Scrooge y animales con cuerpos extraños, murmuraban entre ellos con preocupación.

El asunto que allí se debatía era su propia supervivencia.

¿Qué sería de ellos si cundía el ejemplo que aquel insensato pretendía difundir con su relato caso de resultar ganador: Hacer desaparecer del mundo de los cuentos cualquier indicio de malicia, cualquier personaje que pudiera ni siquiera causar un leve estremecimiento de temor en los niños?

¿Es que no comprendía que este mundo es mágico y apetecible gracias a que somos capaces de eliminar todo lo malo, de vencer todo lo no deseable, de suprimir todo lo que se opone a nuestra felicidad?

Lo blanco existe gracias a la existencia de lo negro; lo fácil porque a veces encontramos la dificultad; la alegría porque a veces lloramos.

El Yin y el Yang, D. Quijote y Sancho, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde; el Amor y Los Celos, Caperucita y El Lobo Feroz; toda la literatura universal está cuajada de personajes míticos que representan las dos caras de la moneda.

El hilo conductor de La Vida se fundamenta en la existencia de lo positivo como consecuencia de su oposición a lo negativo.

Lo Bello no existiría sin Lo Feo.

Ni La Felicidad sin La Tristeza.



Era imprescindible buscar una solución.

La encontraron en la cesta repleta de rojas manzanas revestidas de caramelo de la astuta madrastra de Blancanieves, aquellas manzanas capaces de adormecer durante siglos a quien las probase.

Cuando amaneció, impaciente por finalizar su relato, el viejo escritor se sentó con ansias renovadas sobre su escritorio.

Su mano cogió despreocupadamente aquella jugosa manzana que se le ofrecía apetecible en aquel amanecer hermoso que le permitiría concluir su narración, mecanografiarla y enviarla a la dirección propuesta en las bases.

Mientras escribía con su mano derecha,  mordió con apetito la manzana que sostenía con su mano izquierda.



Durante otro largo periodo de tiempo, Los Malos de Los Cuentos podrían vivir tranquilos.






domingo, 22 de julio de 2012

De la mano de dos amigos entrañables, Rebeca y Sergio, enamorados de esa tierra, conocí Soria.
Desde las arquerías de San Juan de Duero, hasta la iglesia de San Saturio, a lo largo del camino junto al río, recordamos a Machado y su poesía. De mis sensaciones de ese día surgió este poema.




MAÑANA DE LLUVIA CON MACHADO




D. Antonio Machado, poeta,

ya es Antonio, el amigo.



Paseando junto al Duero,

dejando la mirada deslizarse

por esas aguas turbias y tranquilas,

yo he sentido tu alma soñadora.



Y he sufrido tu pena entre los chopos

que saludan al río

con el sonido de sus hojas secas.



Desde el claustro de ensueño,

filigrana de piedra entrelazada,

he atravesado el arco de San Polo

y he seguido el camino que conduce

a la escarpada peña que corona la iglesia

de San Saturio, altiva y poderosa.



Bajo la lluvia mansa

de una hermosa mañana fría y parda

he leído tus versos en mi mente

y he sentido cómo un escalofrío

me atravesaba el alma

al pensar que esos versos

transidos de dolor

y de un amor inmenso a estos lugares

daban sentido a todo

cuanto yo estaba viendo,

claustro, paseo, río, ermita y cielo.



Todo era tú aquel hermoso día.





Jorge Mato Huelves



Guadalajara  febrero 2009


sábado, 21 de julio de 2012

Cuando voy a Roma, tengo una visita obligada a Villa Borghese, donde, entre otras maravillas, tenemos a Bernini. Y entre las esculturas de Bernini, una especialmente en la que el mármol se convierte en materia viva: Apolo y Dafne.La contemplación de este grupo escultórico me sugirió el siguiente relato, cuento o poema en prosa.



DOS LÁGRIMAS





No se sabe bien cuál fue la razón por la que, tras siglos de inútil huida, de petrificado ascenso, de elevación hacia lo alto del blanco mármol, de paralización de su metamorfosis vegetal en imagen de laurel inacabado, apenas abrazada por la mano febril de su amante de rostro doliente y asombrado, no se sabe bien qué le hizo volver por un instante el rostro hacia el joven Apolo.

Lo cierto es que, tras siglos de huida inútil y asustada, descubrió que de los ojos amorosos y bellos de su perseguidor resbalaban dos lágrimas.

Dos lágrimas que, tal vez puestas ahí por la mano sabia y comprensiva de Bernini, habían estado brillando en sus mejillas durante siglos.

De nada sirvió entonces el efecto de la vengativa flecha que Cupido clavó en ella.

Volviendo sobre sus pasos, Dafne, recuperando su figura esbelta y desprendiendo de su cuerpo cualquier señal de vegetal sonrió por fin comprendiendo satisfecha que el destino de los amantes no lo dirigen los dioses.

Cuando aquella mañana los visitantes de Villa Borghese penetraron en la sala vieron, sorprendidos, que los dos jóvenes que durante años protagonizaron la imposible pasión amorosa que tan bellamente alguien plasmó en mármol, yacían ahora juntos, abrazados y dormidos, sobre un lecho de hojas de laurel.



Jorge Mato Huelves



Guadalajara 27 de abril de 2009

viernes, 20 de julio de 2012

Por estas fechas, hace ya dos años, yo terminaba mi primer Camino de Santiago, once etapas agotadoras y sin embargo inolvidables. Caminando bajo la lluvia, escribí estos versos que siempre me emocionan cuando los releo. Espero haber transmitido con ellos lo que sentía y siento.


CAMINO AL INTERIOR



Una vez más he penetrado en ti,

mi dulce amada.

He recorrido exhausto con mi cuerpo

tus valles y tus lomas.

He respirado

tus fragancias de menta,

y me ha lavado el rostro

tu perfume de lluvia.

Una vez más,

mi corazón cantaba

cuando mi mano amante

acarició tu rostro dulcemente.

Del fondo de mi tiempo

surgió de nuevo un estremecimiento

al encontrarme

con tu paisaje de hembra siempre virgen.

Un camino sin fin me ha conducido

por tus entrañas verdes y salvajes

hasta encontrar en ti,

Dulce Galicia

mi origen ancestral

y mi destino.



Jorge Mato



Pedrouzo,14 de julio de 2010


LITERALMENTEMATO

LITERAL, DE LETRA.  MENTE, PENSAMIENTO, CREATIVIDAD.   MATO, YO, JORGE MATO. LITERALMENTEMATO, LO QUE MATO, O SEA, YO, SEA CAPAZ DE HACER EN EL MUNDO DE LAS LETRAS.
AQUÍ CABE TODO, RELATO, POESÍA, CUENTO, REFLEXIONES....
IRÉ DEJANDO CAER TODO DE FORMA LENTA PERO SIN FALTAR A MI CITA SEMANAL.