Seguir

sábado, 21 de julio de 2012

Cuando voy a Roma, tengo una visita obligada a Villa Borghese, donde, entre otras maravillas, tenemos a Bernini. Y entre las esculturas de Bernini, una especialmente en la que el mármol se convierte en materia viva: Apolo y Dafne.La contemplación de este grupo escultórico me sugirió el siguiente relato, cuento o poema en prosa.



DOS LÁGRIMAS





No se sabe bien cuál fue la razón por la que, tras siglos de inútil huida, de petrificado ascenso, de elevación hacia lo alto del blanco mármol, de paralización de su metamorfosis vegetal en imagen de laurel inacabado, apenas abrazada por la mano febril de su amante de rostro doliente y asombrado, no se sabe bien qué le hizo volver por un instante el rostro hacia el joven Apolo.

Lo cierto es que, tras siglos de huida inútil y asustada, descubrió que de los ojos amorosos y bellos de su perseguidor resbalaban dos lágrimas.

Dos lágrimas que, tal vez puestas ahí por la mano sabia y comprensiva de Bernini, habían estado brillando en sus mejillas durante siglos.

De nada sirvió entonces el efecto de la vengativa flecha que Cupido clavó en ella.

Volviendo sobre sus pasos, Dafne, recuperando su figura esbelta y desprendiendo de su cuerpo cualquier señal de vegetal sonrió por fin comprendiendo satisfecha que el destino de los amantes no lo dirigen los dioses.

Cuando aquella mañana los visitantes de Villa Borghese penetraron en la sala vieron, sorprendidos, que los dos jóvenes que durante años protagonizaron la imposible pasión amorosa que tan bellamente alguien plasmó en mármol, yacían ahora juntos, abrazados y dormidos, sobre un lecho de hojas de laurel.



Jorge Mato Huelves



Guadalajara 27 de abril de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario