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viernes, 24 de agosto de 2012

AÚN NO SOY ABUELO. SEGÚN ME DICEN, LO VOY A SER PRONTO. LO QUE SI SOY, ES NIETO, COMO TODOS. HOY VUELVO A LA INFANCIA PARA HABLAR A LOS ABUELOS QUE VIENEN INVITADOS A LA FIESTA QUE SE LES DA EN EL COLEGIO DONDE TRABAJO. ESTO YA TIENE TIEMPO, PERO PENSEMOS QUE SUCEDE HOY MISMO.



MIS ABUELOS

 

 

 

Cuando yo era muy joven, tan joven que todavía no había nacido, mis abuelos ya pensaban en mí.

Yo era, aún sin haber nacido, parte de sus proyectos, de su futuro, de las cosas que querían tener cuando fuesen más viejos.

Y en aquellos tiempos tan lejanos para mí, ellos se amaron. Y de su amor nacieron hijos, y de esos hijos nacieron otros hijos y uno de esos soy yo.

Ellos vivieron tiempos un poco más difíciles y complicados que los míos.

Pero a pesar de todo, consiguieron llegar hasta el momento de conocerme.

Para llegar aquí tuvieron que resolver muchos problemas. Se vieron obligados a trabajar y trabajar un día y otro día en un interminable esfuerzo que parecía no tener final. Pasaron noches eternas en vela cuidando de las anginas y la fiebre de nuestros padres. Tuvieron que acompañarles, a ellos también, al colegio, y llevarles de vacaciones en verano, y comprarles ropa y libros y zapatos nuevos cada temporada.

Y explicarles poco a poco lo que es la vida para que estuvieran preparados y con la formación suficiente para podérselo explicar también a sus hijos, o sea, a mí.

Y así, poco a poco, fueron envejeciendo y, casi sin darse cuenta, la vida les fue apartando de todo aquello que habitualmente hacían sin ningún problema y sin darle importancia.

Y hoy están aquí, frente a mí, y me miran con una mezcla de nostalgia por lo que ya pasó y de nueva esperanza en el futuro, la que depositan en mi persona.

Y ellos saben que han cumplido, que han pasado a ser  testigos de unas nuevas páginas de lo que es la continuación de su propia vida, su nieto, su nieta.

Y son felices viéndome y yo también a ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CITIUS, ALTIUS, FORTIUS

CINCO COLORES

 

Mis abuelos

 

 

1/AZUL.-

 

Mi abuelo es el más fuerte de los hombres, porque es azul y grande como el océano.

Y sobre sus rodillas yo me siento como si fuese un pájaro posado sobre la rama más fuerte y más alta del más alto roble.

Mi abuela es también  azul y luminosa como el cielo.

Y cuando me acaricia la cabeza ese azul celestial penetra en mí y me envuelve con el suave manto de la tranquilidad y la dulzura.

Cuando los tres estamos juntos parece como si flotáramos sobre la inmensidad del cielo.

Y esto seguirá siendo siempre así aunque alguna vez no estemos ya los tres porque los recuerdos son una forma de hacer que las personas seamos eternas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2/ AMARILLO.-

 

Los abuelos son como un gran trigal amarillo y dorado que se mece con el viento suave de la tarde haciendo que, cuando uno lo mira, pueda sentir la inmensidad de lo que está más allá de lo conocido.

Cuando el sol se refleja en los trigos maduros sus reflejos dorados nos hacen sentir admiración y respeto por lo que es más grande de lo que podemos pensar.

Mis abuelos tienen ese misterio y esa grandeza de los trigales maduros bajo el sol.

Y eso me gusta.

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3/NEGRO.-

 

A veces mis abuelos tienen en sus ojos ya cansados un brillo negro, como de azabache.

Entonces, yo veo que sus caras se transforman y siento cómo sus miradas se vuelven más profundas porque están recordando.

Yo no sé que será lo que ellos recuerdan pero, en esos momentos siento como si un velo de tristeza cruzara por sus miradas.

Esto sucede a veces pero, inmediatamente, ellos me miran y de nuevo sus rostros se vuelven sonrientes y amables.

¿Qué ocultarán a veces los negros ojos de mis abuelos?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4/ VERDE.-

 

¿Habéis visto alguna vez cómo una vieja rama seca, de pronto florece y salen pequeños brotes donde parecía que ya no era posible un renacer?

Eso son mis abuelos, unas viejas ramas que estaban aparentemente apartadas del camino de la creación de nueva vida.

Pero hoy, de repente una pequeñas ramitas verdes surgen de la corteza reseca y olvidada y comienza de nuevo el ciclo de la vida donde ya nadie lo pensaba.

Yo soy esa pequeña rama que surge con un hermoso y brillante color verde del tronco casi seco de ese árbol aún vivo: mis abuelos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5/ ROJO.-

 

La sangre de mi abuelo, de mi abuela es hoy mi sangre.

Yo no sé cómo ha sido pero dentro de mí, corriendo por todos los rincones de mi cuerpo, están mis cuatro abuelos convertidos en un líquido rojo y hermosísimo que me hace vivir.

Yo no sé cómo funciona el misterio sagrado de la vida. Sólo sé que cada latido de mi corazón inunda todo mi cuerpo del amor de mis abuelos que, yo no sé cómo funciona el misterio sagrado de la vida, hace que hoy yo sea un poco ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BLANCO

Todos hemos experimentado la extraña sensación de ser los primeros que pisan la extensión inmaculada de la nieve recién caída.

También hemos sido los primeros en lamentar haber profanado la pureza de la lámina blanca.

Los niños somos como una gran planicie blanca después de una intensa nevada.

Todo lo que hagáis con nosotros dejará para siempre una huella en nuestra vida.

Hoy os pedimos que seáis cuidadosos con la lámina en blanco de nuestras almas sobre la que vais a escribir.

También nos gustaría que quedasen para siempre marcados sobre nuestra superficie los colores que aporten unas pinceladas de vida y de optimismo en nuestro futuro:

El AZUL de lo inmenso.

El VERDE del renacer cada día.

El ROJO de la vida.

El AMARILLO de un sol primaveral.

Y ¿por qué no?, un pequeño tinte NEGRO de melancolía cuando sea necesario ya que la vida, vosotros lo sabéis, es una mezcla agridulce de sensaciones que nos tocará vivir como os tocó a vosotros.

 

Guadalajara mayo de 2008

 

Jorge Mato Huelves.

Con cariño para todos los que un día fueron los culpables de que nuestro colegio hoy esté lleno de niños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 13 de agosto de 2012

DE NUEVO EL AMOR, ESE SINVIVIR EN QUE TODOS VIVIMOS


AZNAVOUR



¿Morir de amor?


¿Cómo puede alguien pensar que el amor mata?

Eso sólo se dice en las viejas canciones porque es una frase  que encaja perfectamente con la música.



Es la ausencia de amor lo que nos mata.



Él, en realidad, murió de desamor.



Jorge Mato Huelves



Guadalajara 1 de diciembre de 2007

martes, 7 de agosto de 2012

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR COMO HAY MUCHAS



PURA MECÁNICA






Todos los lunes esperaba con ansiedad el momento del encuentro.

Se le hacía eterno el tiempo que transcurría entre la salida de su garaje, en el centro de la ciudad y la llegada a la pequeña carretera del extrarradio que le conduciría a su presencia.

Por eso, aún a riesgo de ser sorprendida por alguna pareja de los motoristas de tráfico, aceleraba hasta alcanzar unos puntos de velocidad realmente arriesgados.

Pero, una vez juntos, sentía cómo, tras ser penetrada, se derramaba en su interior aquel licor divino que le devolvía la vida que, en el entreacto larguísimo de una semana, casi la había abandonado.

Es cierto que era una relación únicamente posible previo pago del servicio.

Pero, en el fondo, en cierto modo, se podría pensar que era casi una forma de amor.

No estaba segura de que los demás compartiesen esa opinión, pero, después de todo ¿Por qué no pueden amarse una motocicleta y un surtidor de gasolina?





Jorge Mato Huelves





Guadalajara 19 de noviembre de 2007


viernes, 3 de agosto de 2012

UN DÍA TRATÉ DE DEFINIRME. NO SÉ SI AQUÍ ESTÁ TODO LO QUE SOY, PERO SI SÉ QUE LO QUE ESTÁ, SI SOY.  YO OS LO DEJO AQUÍ , EN CUALQUIER CASO.



AUTORRETRATO






Soy una mezcla

(Sonaría mejor: me gustaría ser,  eso está claro)

de Miguel y de Antonio

(Buonarrotti y Machado, es evidente)

de Fray Luis y Rubén,

(Darío, se supone),

aderezada con

tres gotas de John Ford

y de Truffaut y de Audrey

 (Bueno, de Audrey pongamos un gran chorro)

agitado hasta usarse

con un tercio de Mozart

y una copa de Mina y de Cesárea

( la de los verdes cabos y lágrimas de fado).

Soy, y esto si es verdad,

soy un alma transida

por el color de ocaso de los lienzos de Rothko.

Llevo en mi sangre jugos

de la Galicia verde y misteriosa

y en los atardeceres de una vida ya usada,

vuelven a mí las nieves y las piedras y montes

de mi infancia adorada.









Jorge Mato Huelves

Guadalajara febrero de 2008