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domingo, 16 de diciembre de 2012

BAJO UN TÍTULO QUE REMEMORA A JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD HA NACIDO ESTE POEMA QUE DEJO AQUÍ EN RECUERDO DE ESE GRAN POETA.



 

LAS ADIVINACIONES

 

Te soñaré y vendrás.

 

Sé que tu mano cálida

tocará brevemente

mi palabra.

Que esa mirada abierta

 que me abriga de futura esperanza,

se posará en mi sueño.

 

Sé que este frío gélido

que todo lo preside

se acabará

con el futuro cierto

de tu presencia de color y de luz.

 

Que juntos dormiremos

bajo tu tibio manto

como si de una seda primorosa y suave

hubiesen ya cubierto

nuestras vidas.

 

Jorge Mato

8 diciembre 2012

 

 

 

domingo, 2 de diciembre de 2012

En estos días otoñales, las añoranzas, las melancolías o lo que  los gallegos, acertadamente, llaman saudade o xaudade, aparecen en nuestros poemas casi sin darnos cuenta.
Hoy publico algunos de esos poemas. El primero es un acróstico con la palabra NOVIEMBRE.
Los otros dos son lo que son. Gracias a los que visitéis mi página.


NOVIEMBRE

 

No olvidaré jamás, no

Olvidaré,

Viendo sus olas blancas

Inexorablemente resueltas en espumas,

Estos atardeceres, estos iluminados horizontes.

Mares de mi Galicia azul y verde,

Bellas playas de arena siempre virgen,

Recuerdos de mi alma,

Espumosos recuerdos de mi ayer.

 

Jorge Mato

Guadalajara, 19 de noviembre de 2012
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
BOSQUES OTOÑALES
 
Vas caminando.
 
Te rodean
sendas tornasoladas
de bosques otoñales,
atractiva hermosura de lo muerto.
 
Bosques anaranjados, cual sirenas
de seductores cantos,
te subyugan
 
Persigues como un niño
los sensuales cantos de sirena
que tiñen de hermosura
lo que no es más que un signo
de la caducidad de la frescura..
 
Jorge Mato
Guadalajara 6 de noviembre de 2012
 
 
 
 
PÁJARO SIN ALAS
Hay un rincón del tiempo
donde habita el recuerdo.
Ese sendero limpio
mil veces caminado
cuando juntos cruzamos
la línea del destino.
 
Arreboles de oro guiaban nuestros pasos
hacia un futuro cierto
todavía no escrito.
 
Mas se rompió la seda que nos tenía atados
y hoy busco
como un pájaro con las alas cortadas
el camino de vuelta
que el destino me niega.
 
J. Mato
6 de noviembre de 2012
 
 

domingo, 25 de noviembre de 2012

He visitado hace unos días la catedral de León y he podido contemplar de cerca sus vidrieras.
Esta visita la dejo plasmada en un poema ilustrado que dejo aquí.

domingo, 14 de octubre de 2012

OS DEJO OTRAS DOS DE LAS QUE LLAMO PEQUEÑAS HISTORIAS DE AMOR.
DE NUEVO EL CINE Y TAMBIÉN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ESTÁN PRESENTES.

CRIMEN PASIONAL

 

 

 

No pudo más.

Durante mucho tiempo intentó dominar sus instintos agresivos, que le incitaban a hacer desaparecer de este mundo a aquel que había sido capaz de enamorar a la mujer de su vida.

Aquel día, sin el menor atisbo de piedad, partió en dos la fotografía e hizo añicos el rostro de Gregory Peck, dejando para siempre sola a lomos de la Vespa a su amada.

Ya, durante el resto de su vida, podría imaginar que era él quien llevaba cogida a su cintura a Audrey  Hepburn por las calles de Roma.

 

Jorge Mato Huelves

Guadalajara 18 de noviembre de 2007
 
 
 
NARCISO.COM
 
 
 
La noche era para él el momento más deseado de la jornada.
Después de un intenso día de trabajo, llegaba la hora en la que, encendiendo el ordenador, se sentaba a redactar sobre la pantalla en blanco, su mensaje diario, aquellas líneas que iban surgiendo desde lo más profundo de su alma:
 
Amor mío, una vez más estoy aquí contigo en esta mágica hora de la noche. En este delicioso silencio que me envuelve y que impregna todo mi ser de esa necesidad ya inevitable de escribirte, noche tras noche, desde lo más hondo de mí.
No sabes cómo ansío que tu presencia se haga alguna vez realidad.
No puedes imaginar cómo mi cuerpo desea tener ya de una vez y para siempre, el tuyo.
No puedo soportar un día más sin tenerte entre mis brazos.
No sabría explicarte con palabras lo imprescindible que es para mí que tu presencia a mi lado sea un hecho.
Ya no me basta esta comunicación por la red.
Te amo y te deseo.
 
Deslizó el cursor sobre la tecla de enviar y apretó el botón de aceptar en el ratón.
El mensaje inició su recorrido a través de esos caminos misteriosos de la red que, cruzando medio mundo, le conducirían a su destino.
Se acostó esperando con impaciencia y con ilusión la llegada del nuevo día que le traería la respuesta.
Llegó la noche.
La jornada había sido agotadora pero, por fin, pudo sentarse, envuelto en el silencio de la casa, ante el ordenador.
Encendió la pantalla, tecleó la clave de su correo electrónico y abrió la lista de nuevos mensajes recibidos.
Allí estaba, como había deseado, la respuesta.
Abrió el mensaje y leyó, sintiendo cómo su corazón se aceleraba:
 
Amor mío, una vez más estoy aquí contigo en esta mágica hora de la noche. En este delicioso silencio que e envuelve y que impregna todo mi ser de esa necesidad ya inevitable de escribirte, noche tras noche, desde lo más hondo de mi ser.
No sabes como ansío que tu presencia se haga alguna vez realidad.
No puedes imaginar cómo mi cuerpo desea tener ya de una vez y para siempre, el tuyo.
No puedo soportar un día más sin tenerte entre mis brazos.
No sabría explicarte con palabras lo imprescindible que es para mí que tu presencia a mi lado sea un hecho.
Ya no me basta esta comunicación por la red.
Te amo y te deseo.
 
Aquella noche durmió soñando con este amor que hacía que, en los últimos tiempos, la vida le pareciera maravillosa.
 
Jorge Mato Huelves
Guadalajara 21 de noviembre de 2007
 
 
 
 
 

domingo, 23 de septiembre de 2012

HACE TIEMPO, BAJO MI VENTANA, HABÍA UNA FUENTE. HOY YA NO ESTÁ. EN  EL CENTRO DE LA PLAZA QUE ANTES OCUPABA ELLA, HOY HAN COLOCADO UN PEQUEÑO ÁRBOL SOLITARIO QUE, NO SÉ POR QUÉ, ME PRODUCE UNA EXTRAÑA SENSACIÓN DE TRISTEZA Y SOLEDAD. SI PASÁIS POR LA PLAZA DE LÓPEZ DE HARO EN GUADALAJARA OS LO ENCONTRARÉIS. SI SOBREVIVE.
ESTA ES LA HISTORIA DE LA FUENTE QUE LE PRECEDIÓ.

LA FUENTE

 

En la pequeña plaza hay una fuente.

Es una fuente triste. Hoy está seca.

Por sus surtidores ya no mana el agua y su pileta está llena de papeles y restos de bolsas y envoltorios que las gentes depositan en ella.

Hoy, sus bordes de mármol sólo sirven como asiento a los grupos de adolescentes vociferantes que los fines de semana acuden a la plaza y utilizan su entorno como lugar de concentración previa a la entrada a los bares de copas que hay en las proximidades.

Ya nadie repara en el blanco lechoso de su piedra de mármol.

Lo cierto es que ya no existe ese blanco luminoso que ha quedado apagado y convertido en un gris sucio a causa de la capa de polvo que se ha depositado sobre la piedra a lo largo de los días.

Pero no siempre fue así.

Hubo un tiempo, recién construida, en el que su chorro brillante se elevaba luminoso hacia lo alto derramándose luego sobre la piedra y resbalando hasta la pileta por los ornamentos labrados a los que sacaba reflejos fulgurantes a su paso en contacto con la luz transparente de la mañana.

Luego, al golpear sobre la superficie del agua, arrancaba sonidos armoniosos en un murmullo continuo y burbujeante que convertía el pequeño espacio de la plaza en una caja de música que embriagaba a cuantos penetraban en ese pequeño rincón apartado de la ciudad y hacía que, como por instinto, todos cuantos pasaban por sus proximidades, bajasen el tono de la conversación por no romper la magia que el sonido del agua producía en el silencio casi intemporal de la pequeña plaza.

En aquel tiempo, sus aguas limpias y en continuo renacer no solo servían como elemento lúdico de un rincón de la ciudad, ya fuese por su sonido o por sus reflejos o por ambas cosas a la vez reunidas en torno a ese blanco transparente de sus mármoles, sino que también, a lo largo de las horas del día, era un atractivo lugar donde saciaban su sed las palomas que, posadas en los aleros de los edificios próximos, descendían de vez en cuando hasta posarse en sus bordes y, desde allí, picotear el agua de su pequeño estanque en esa ceremonia extraña que llevan a cabo las aves al beber.

Mientras tanto, el resto de la bandada, como una orla de pinceladas blancas en el borde de los tejados, emitía ese ronco rumor de sonidos como de un extraño violoncello que servía de acompañamiento al murmullo del agua y que en el silencio, podría suponerse el concierto de extraños seres que habitasen ese rincón perdido de la ciudad cuando las gentes, en la mañana del domingo, aún permanecían en sus casas abandonadas a un sueño reparador tras una noche de fiesta quizás más larga de lo habitual.

De vez en cuando, algún perro vagabundo, deteniéndose frente a ella y tras mirar indiferente a los grupos de palomas que estaban posadas en el borde, se acercaba al agua y bebía emitiendo un ruido de pequeño chapoteo que hacía levantar el vuelo a las aves cercanas que, al hacerlo, producían un repentino revuelo de batir de alas hasta llegar a los tejados próximos, rompiendo con ello por unos instantes el sagrado silencio.

Luego, indiferente a todo, el perro solitario continuaba su camino desapareciendo por alguno de los callejones que desembocaban en la plaza.

De vez en cuando aparecían los niños.

Para ellos nada importaba. Ni el silencio de la plaza, ni el murmullo del agua, ni los reflejos dorados del sol sobre los mármoles.

Pero cuando ellos estaban, todo lo demás pasaba a un segundo plano.

Sus risas y sus gritos eran mucho más importantes.

Para ellos, el agua, las palomas, la misma fuente, se convertían en elementos de diversión.

 Las palomas eran perseguidas incansablemente por los pequeños y cambiaban de lugar para no ser atrapadas.

 Y el agua…El agua era el elemento clave de los juegos. Había que sacudirla, revolverla, utilizarla como instrumento de un juego en el que se lanzaban unos a otros toda cuanta podían almacenar en sus pequeñas manos, entre risas y gritos y regañinas de sus padres que, finalmente enfadados, terminaban por coger de la mano a sus hijos y alejarse de ese lugar lo antes posible, dejando de nuevo la plaza sumida en un reino de silencio por algún tiempo.

Pero todo tiempo de felicidad es limitado y para ella no fue distinto.

No sabe muy bien como ni por qué, pero poco a poco fue siendo objeto de pequeñas agresiones que le fueron produciendo lesiones que nunca eran reparadas.

Una vez fue golpeada por uno de los vehículos que, como empezó a ser frecuente, invadían la plaza utilizándola como lugar de aparcamiento a pesar de la prohibición y que, despreciando de manera arrogante ese no se qué de mágico que a veces tienen determinados rincones de las ciudades, penetraron en su espacio rompiendo para siempre el silencio y la paz.

Otra vez fueron los grupos de jóvenes que cada día, haciendo uso de esa falsa libertad de la que se sienten poseedores, se dedicaron a arrancar alguno de sus ornamentos con la única finalidad de pasear como extraordinario trofeo ante sus compañeros de absurdas aventuras los restos arrancados.

Así, poco a poco, tal como sucede con tantos árboles caídos, comenzó a ser objeto de indiferencia para todos y su aspecto terminó siendo lastimoso y sucio.

Ante semejantes carencias, alguien responsable del ornato de la ciudad, decidió clausurar definitivamente su función y suprimió el agua de sus caños.

Desapareció como fuente quedando, como recuerdo lastimoso de una existencia en otros días feliz, solamente unos pequeños restos semiderruidos que hoy siguen ocupando el lugar en el que siempre estuvo.

Nadie recuerda ya que un día fue un elemento indispensable y hermoso para muchos.

Hoy, solamente el agua de lluvia que se almacena de tarde en tarde en su pileta semidestruida le recuerda que un día toda ella era agua y música y reflejos.

Dicen que tan solo la luna en esas noches en las que el agua se almacena en su pequeño recipiente, desciende hasta ella y reflejándose en su espejo, le cuenta viejas historias que en otros tiempos ambas conocieron y dicen igualmente que, escuchándola, a la vieja fuente le brotan no se sabe de donde, lágrimas que escurren por sus rotos mármoles y, por unos instantes, cayendo sobre las aguas de lluvia, reproducen una vieja música que recuerda los murmullos de otros tiempos.

Se sabe que la luna sonríe melancólicamente al escucharla.

 

Jorge Mato Huelves

 

Guadalajara abril de 2007

 

 

 

 

 


 

 

sábado, 15 de septiembre de 2012

VUELVO A ESTE RINCÓN DONDE VOY DEJANDO ALGUNOS DE MIS RELATOS Y QUE HE TENIDO UN POCO ABANDONADO ESTOS ÚLTIMOS DÍAS, Y LO HAGO CON OTRAS DOS DE LAS QUE LLAMO " PEQUEÑAS HISTORIAS DE AMOR".
HOY CON DOS PUNTOS DE VISTA OPUESTOS, LA ENSOÑACIÓN Y EL HUMOR, PORQUE AMBOS SON NECESARIOS EN ESTA VIDA.


LA CAUSA

 

 

No fue la enfermedad.

Tampoco el tiempo que, derramado sobre su cuerpo como una espesa gelatina, impedía que sus músculos y articulaciones se movieran con la agilidad con que lo hacían años atrás.

Nadie podía imaginar las causas de su tristeza en los años finales de su existencia.

Solamente él conocía los motivos que le encaminaban lentamente hacia su final.

La razón estaba en la dificultad infranqueable para recordar aquel poema que siempre le fascinó y que se había borrado de su memoria.

Ya no tenía nada, ni el autor, ni el tema que en él se desarrollaba, ni tan siquiera una palabra que le proporcionara alguna pista.

Pero él sabía que, un día, quedó fascinado por aquellos versos que leyó y que hoy ocupaban un vacío denso como la nada en su cabeza.

 

 

Guadalajara 26 de noviembre de 2008
 
 
UNA HISTORIA DE CINE
 
 
Queridos padres:
Al final, me vuelvo con vosotros a New York.
Siempre ocurre lo mismo, el puñetero e inevitable triángulo amoroso que pone todo patas arriba.
¡Mira que éramos felices los dos!
Él, guapo y fuerte. Yo, joven y hermosa. Y, ambos, enamorados en aquel paraíso que habíamos elegido como lugar en el que podíamos conservar la más pura inocencia como seres humanos, los más nobles sentimientos para ayudar a los demás cuando fuese necesario.
Y, por añadidura, disponiendo de los sabrosos y variados manjares que la  naturaleza ponía a nuestro alcance.
Entonces, apareció ella.
Nunca pude sospechar que un día fuese la causa de que yo me encuentre en estos momentos más sola que la una.
Pero, claro, hay cosas que para mí son difíciles, a pesar de mi juventud.
En nuestras correrías por aquellos frondosos bosques, yo siempre me quedaba atrás.
Ella era mucho más rápida y más hábil para seguirle y, supongo yo, que, en esos retrasos, cuando ellos se me adelantaban, y en tanto en cuanto yo les diese alcance, iría surgiendo algo que hizo que el ambiente de camaradería entre ambos me fuese a mí dejando a un lado.
Y, así estamos.
Hoy yo estoy aquí y ellos dos, viviendo en aquella hermosa cabaña que juntos construimos y que tanto esfuerzo nos costó.
¡Maldita mona Chita ¡  En buena hora apareció en nuestras vidas.
Vuestra hija
 
Jane.
 
 
Jorge Mato Huelves
 
Guadalajara 1 de diciembre de 2007
 
 
 

 

viernes, 24 de agosto de 2012

AÚN NO SOY ABUELO. SEGÚN ME DICEN, LO VOY A SER PRONTO. LO QUE SI SOY, ES NIETO, COMO TODOS. HOY VUELVO A LA INFANCIA PARA HABLAR A LOS ABUELOS QUE VIENEN INVITADOS A LA FIESTA QUE SE LES DA EN EL COLEGIO DONDE TRABAJO. ESTO YA TIENE TIEMPO, PERO PENSEMOS QUE SUCEDE HOY MISMO.



MIS ABUELOS

 

 

 

Cuando yo era muy joven, tan joven que todavía no había nacido, mis abuelos ya pensaban en mí.

Yo era, aún sin haber nacido, parte de sus proyectos, de su futuro, de las cosas que querían tener cuando fuesen más viejos.

Y en aquellos tiempos tan lejanos para mí, ellos se amaron. Y de su amor nacieron hijos, y de esos hijos nacieron otros hijos y uno de esos soy yo.

Ellos vivieron tiempos un poco más difíciles y complicados que los míos.

Pero a pesar de todo, consiguieron llegar hasta el momento de conocerme.

Para llegar aquí tuvieron que resolver muchos problemas. Se vieron obligados a trabajar y trabajar un día y otro día en un interminable esfuerzo que parecía no tener final. Pasaron noches eternas en vela cuidando de las anginas y la fiebre de nuestros padres. Tuvieron que acompañarles, a ellos también, al colegio, y llevarles de vacaciones en verano, y comprarles ropa y libros y zapatos nuevos cada temporada.

Y explicarles poco a poco lo que es la vida para que estuvieran preparados y con la formación suficiente para podérselo explicar también a sus hijos, o sea, a mí.

Y así, poco a poco, fueron envejeciendo y, casi sin darse cuenta, la vida les fue apartando de todo aquello que habitualmente hacían sin ningún problema y sin darle importancia.

Y hoy están aquí, frente a mí, y me miran con una mezcla de nostalgia por lo que ya pasó y de nueva esperanza en el futuro, la que depositan en mi persona.

Y ellos saben que han cumplido, que han pasado a ser  testigos de unas nuevas páginas de lo que es la continuación de su propia vida, su nieto, su nieta.

Y son felices viéndome y yo también a ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CITIUS, ALTIUS, FORTIUS

CINCO COLORES

 

Mis abuelos

 

 

1/AZUL.-

 

Mi abuelo es el más fuerte de los hombres, porque es azul y grande como el océano.

Y sobre sus rodillas yo me siento como si fuese un pájaro posado sobre la rama más fuerte y más alta del más alto roble.

Mi abuela es también  azul y luminosa como el cielo.

Y cuando me acaricia la cabeza ese azul celestial penetra en mí y me envuelve con el suave manto de la tranquilidad y la dulzura.

Cuando los tres estamos juntos parece como si flotáramos sobre la inmensidad del cielo.

Y esto seguirá siendo siempre así aunque alguna vez no estemos ya los tres porque los recuerdos son una forma de hacer que las personas seamos eternas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2/ AMARILLO.-

 

Los abuelos son como un gran trigal amarillo y dorado que se mece con el viento suave de la tarde haciendo que, cuando uno lo mira, pueda sentir la inmensidad de lo que está más allá de lo conocido.

Cuando el sol se refleja en los trigos maduros sus reflejos dorados nos hacen sentir admiración y respeto por lo que es más grande de lo que podemos pensar.

Mis abuelos tienen ese misterio y esa grandeza de los trigales maduros bajo el sol.

Y eso me gusta.

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3/NEGRO.-

 

A veces mis abuelos tienen en sus ojos ya cansados un brillo negro, como de azabache.

Entonces, yo veo que sus caras se transforman y siento cómo sus miradas se vuelven más profundas porque están recordando.

Yo no sé que será lo que ellos recuerdan pero, en esos momentos siento como si un velo de tristeza cruzara por sus miradas.

Esto sucede a veces pero, inmediatamente, ellos me miran y de nuevo sus rostros se vuelven sonrientes y amables.

¿Qué ocultarán a veces los negros ojos de mis abuelos?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4/ VERDE.-

 

¿Habéis visto alguna vez cómo una vieja rama seca, de pronto florece y salen pequeños brotes donde parecía que ya no era posible un renacer?

Eso son mis abuelos, unas viejas ramas que estaban aparentemente apartadas del camino de la creación de nueva vida.

Pero hoy, de repente una pequeñas ramitas verdes surgen de la corteza reseca y olvidada y comienza de nuevo el ciclo de la vida donde ya nadie lo pensaba.

Yo soy esa pequeña rama que surge con un hermoso y brillante color verde del tronco casi seco de ese árbol aún vivo: mis abuelos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5/ ROJO.-

 

La sangre de mi abuelo, de mi abuela es hoy mi sangre.

Yo no sé cómo ha sido pero dentro de mí, corriendo por todos los rincones de mi cuerpo, están mis cuatro abuelos convertidos en un líquido rojo y hermosísimo que me hace vivir.

Yo no sé cómo funciona el misterio sagrado de la vida. Sólo sé que cada latido de mi corazón inunda todo mi cuerpo del amor de mis abuelos que, yo no sé cómo funciona el misterio sagrado de la vida, hace que hoy yo sea un poco ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BLANCO

Todos hemos experimentado la extraña sensación de ser los primeros que pisan la extensión inmaculada de la nieve recién caída.

También hemos sido los primeros en lamentar haber profanado la pureza de la lámina blanca.

Los niños somos como una gran planicie blanca después de una intensa nevada.

Todo lo que hagáis con nosotros dejará para siempre una huella en nuestra vida.

Hoy os pedimos que seáis cuidadosos con la lámina en blanco de nuestras almas sobre la que vais a escribir.

También nos gustaría que quedasen para siempre marcados sobre nuestra superficie los colores que aporten unas pinceladas de vida y de optimismo en nuestro futuro:

El AZUL de lo inmenso.

El VERDE del renacer cada día.

El ROJO de la vida.

El AMARILLO de un sol primaveral.

Y ¿por qué no?, un pequeño tinte NEGRO de melancolía cuando sea necesario ya que la vida, vosotros lo sabéis, es una mezcla agridulce de sensaciones que nos tocará vivir como os tocó a vosotros.

 

Guadalajara mayo de 2008

 

Jorge Mato Huelves.

Con cariño para todos los que un día fueron los culpables de que nuestro colegio hoy esté lleno de niños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 13 de agosto de 2012

DE NUEVO EL AMOR, ESE SINVIVIR EN QUE TODOS VIVIMOS


AZNAVOUR



¿Morir de amor?


¿Cómo puede alguien pensar que el amor mata?

Eso sólo se dice en las viejas canciones porque es una frase  que encaja perfectamente con la música.



Es la ausencia de amor lo que nos mata.



Él, en realidad, murió de desamor.



Jorge Mato Huelves



Guadalajara 1 de diciembre de 2007

martes, 7 de agosto de 2012

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR COMO HAY MUCHAS



PURA MECÁNICA






Todos los lunes esperaba con ansiedad el momento del encuentro.

Se le hacía eterno el tiempo que transcurría entre la salida de su garaje, en el centro de la ciudad y la llegada a la pequeña carretera del extrarradio que le conduciría a su presencia.

Por eso, aún a riesgo de ser sorprendida por alguna pareja de los motoristas de tráfico, aceleraba hasta alcanzar unos puntos de velocidad realmente arriesgados.

Pero, una vez juntos, sentía cómo, tras ser penetrada, se derramaba en su interior aquel licor divino que le devolvía la vida que, en el entreacto larguísimo de una semana, casi la había abandonado.

Es cierto que era una relación únicamente posible previo pago del servicio.

Pero, en el fondo, en cierto modo, se podría pensar que era casi una forma de amor.

No estaba segura de que los demás compartiesen esa opinión, pero, después de todo ¿Por qué no pueden amarse una motocicleta y un surtidor de gasolina?





Jorge Mato Huelves





Guadalajara 19 de noviembre de 2007


viernes, 3 de agosto de 2012

UN DÍA TRATÉ DE DEFINIRME. NO SÉ SI AQUÍ ESTÁ TODO LO QUE SOY, PERO SI SÉ QUE LO QUE ESTÁ, SI SOY.  YO OS LO DEJO AQUÍ , EN CUALQUIER CASO.



AUTORRETRATO






Soy una mezcla

(Sonaría mejor: me gustaría ser,  eso está claro)

de Miguel y de Antonio

(Buonarrotti y Machado, es evidente)

de Fray Luis y Rubén,

(Darío, se supone),

aderezada con

tres gotas de John Ford

y de Truffaut y de Audrey

 (Bueno, de Audrey pongamos un gran chorro)

agitado hasta usarse

con un tercio de Mozart

y una copa de Mina y de Cesárea

( la de los verdes cabos y lágrimas de fado).

Soy, y esto si es verdad,

soy un alma transida

por el color de ocaso de los lienzos de Rothko.

Llevo en mi sangre jugos

de la Galicia verde y misteriosa

y en los atardeceres de una vida ya usada,

vuelven a mí las nieves y las piedras y montes

de mi infancia adorada.









Jorge Mato Huelves

Guadalajara febrero de 2008


lunes, 30 de julio de 2012

OTRA DE ESAS PEQUEÑAS Y ANÓNIMAS HISTORIAS DE AMOR



UN ÚNICO AMOR



Los dos niños jugaban con la arena del parque.

Eran pequeños, apenas cinco años.

Desde sendos bancos, sus madres vigilaban los juegos mientras leían distraídamente un libro.

Todavía se adivinaba un leve gesto de tristeza en sus rostros jóvenes.

Era reciente aún el dolor tras la muerte del hombre a quien amaron.

El juego de sus respectivos hijos arrancó una sonrisa en ambas desconocidas cuando cruzaron sus miradas.

Mientras tanto, ajenos al dolor de sus madres, los dos hermanos seguían con sus juegos inocentes.



Jorge Mato Huelves.



Guadalajara 5 de mayo de 2009