MIS ABUELOS
Cuando yo era muy joven, tan joven que
todavía no había nacido, mis abuelos ya pensaban en mí.
Yo era, aún sin haber nacido, parte de
sus proyectos, de su futuro, de las cosas que querían tener cuando fuesen más
viejos.
Y en aquellos tiempos tan lejanos para
mí, ellos se amaron. Y de su amor nacieron hijos, y de esos hijos nacieron
otros hijos y uno de esos soy yo.
Ellos vivieron tiempos un poco más
difíciles y complicados que los míos.
Pero a pesar de todo, consiguieron
llegar hasta el momento de conocerme.
Para llegar aquí tuvieron que resolver
muchos problemas. Se vieron obligados a trabajar y trabajar un día y otro día
en un interminable esfuerzo que parecía no tener final. Pasaron noches eternas
en vela cuidando de las anginas y la fiebre de nuestros padres. Tuvieron que
acompañarles, a ellos también, al colegio, y llevarles de vacaciones en verano,
y comprarles ropa y libros y zapatos nuevos cada temporada.
Y explicarles poco a poco lo que es la
vida para que estuvieran preparados y con la formación suficiente para
podérselo explicar también a sus hijos, o sea, a mí.
Y así, poco a poco, fueron envejeciendo
y, casi sin darse cuenta, la vida les fue apartando de todo aquello que
habitualmente hacían sin ningún problema y sin darle importancia.
Y hoy están aquí, frente a mí, y me
miran con una mezcla de nostalgia por lo que ya pasó y de nueva esperanza en el
futuro, la que depositan en mi persona.
Y ellos saben que han cumplido, que han
pasado a ser testigos de unas nuevas
páginas de lo que es la continuación de su propia vida, su nieto, su nieta.
Y son felices viéndome y yo también a
ellos.
CITIUS,
ALTIUS, FORTIUS
CINCO
COLORES
Mis
abuelos
1/AZUL.-
Mi
abuelo es el más fuerte de los hombres, porque es azul y grande como el océano.
Y
sobre sus rodillas yo me siento como si fuese un pájaro posado sobre la rama
más fuerte y más alta del más alto roble.
Mi
abuela es también azul y luminosa como
el cielo.
Y
cuando me acaricia la cabeza ese azul celestial penetra en mí y me envuelve con
el suave manto de la tranquilidad y la dulzura.
Cuando
los tres estamos juntos parece como si flotáramos sobre la inmensidad del
cielo.
Y
esto seguirá siendo siempre así aunque alguna vez no estemos ya los tres porque
los recuerdos son una forma de hacer que las personas seamos eternas.
2/
AMARILLO.-
Los
abuelos son como un gran trigal amarillo y dorado que se mece con el viento
suave de la tarde haciendo que, cuando uno lo mira, pueda sentir la inmensidad
de lo que está más allá de lo conocido.
Cuando
el sol se refleja en los trigos maduros sus reflejos dorados nos hacen sentir
admiración y respeto por lo que es más grande de lo que podemos pensar.
Mis
abuelos tienen ese misterio y esa grandeza de los trigales maduros bajo el sol.
Y
eso me gusta.
3/NEGRO.-
A
veces mis abuelos tienen en sus ojos ya cansados un brillo negro, como de
azabache.
Entonces,
yo veo que sus caras se transforman y siento cómo sus miradas se vuelven más
profundas porque están recordando.
Yo
no sé que será lo que ellos recuerdan pero, en esos momentos siento como si un
velo de tristeza cruzara por sus miradas.
Esto
sucede a veces pero, inmediatamente, ellos me miran y de nuevo sus rostros se
vuelven sonrientes y amables.
¿Qué
ocultarán a veces los negros ojos de mis abuelos?
4/
VERDE.-
¿Habéis
visto alguna vez cómo una vieja rama seca, de pronto florece y salen pequeños
brotes donde parecía que ya no era posible un renacer?
Eso
son mis abuelos, unas viejas ramas que estaban aparentemente apartadas del
camino de la creación de nueva vida.
Pero
hoy, de repente una pequeñas ramitas verdes surgen de la corteza reseca y
olvidada y comienza de nuevo el ciclo de la vida donde ya nadie lo pensaba.
Yo
soy esa pequeña rama que surge con un hermoso y brillante color verde del
tronco casi seco de ese árbol aún vivo: mis abuelos.
5/
ROJO.-
La
sangre de mi abuelo, de mi abuela es hoy mi sangre.
Yo
no sé cómo ha sido pero dentro de mí, corriendo por todos los rincones de mi
cuerpo, están mis cuatro abuelos convertidos en un líquido rojo y hermosísimo
que me hace vivir.
Yo
no sé cómo funciona el misterio sagrado de la vida. Sólo sé que cada latido de
mi corazón inunda todo mi cuerpo del amor de mis abuelos que, yo no sé cómo
funciona el misterio sagrado de la vida, hace que hoy yo sea un poco ellos.
BLANCO
Todos
hemos experimentado la extraña sensación de ser los primeros que pisan la
extensión inmaculada de la nieve recién caída.
También
hemos sido los primeros en lamentar haber profanado la pureza de la lámina
blanca.
Los
niños somos como una gran planicie blanca después de una intensa nevada.
Todo
lo que hagáis con nosotros dejará para siempre una huella en nuestra vida.
Hoy
os pedimos que seáis cuidadosos con la lámina en blanco de nuestras almas sobre
la que vais a escribir.
También
nos gustaría que quedasen para siempre marcados sobre nuestra superficie los
colores que aporten unas pinceladas de vida y de optimismo en nuestro futuro:
El
AZUL de lo inmenso.
El
VERDE del renacer cada día.
El
ROJO de la vida.
El
AMARILLO de un sol primaveral.
Y
¿por qué no?, un pequeño tinte NEGRO de melancolía cuando sea necesario ya que
la vida, vosotros lo sabéis, es una mezcla agridulce de sensaciones que nos
tocará vivir como os tocó a vosotros.
Guadalajara
mayo de 2008
Jorge
Mato Huelves.
Con
cariño para todos los que un día fueron los culpables de que nuestro colegio
hoy esté lleno de niños.
Todos en mayor o menor medida sentimos un cariño especial por los abuelos. Mi caso no es distinto, especialmente por los maternos. En mi no existe amor, sino auténtica devoción por ellos (mi abuelo ya no está,todavía me cuesta reprimir las lágrimas con su recuerdo). Son y han sido parte fundamental de la persona que soy y jamás podré devolver todo lo que me han dado. En cada abrazo y beso que les he dado he intentado dar las GRACIAS a la vez. Jorge, enséñales todo lo que no enseñan los padres, cosas que sabes que no se olvidan, que guardas en lo más hondo del corazón. Tú tienes mucho que descubrirles a tus futuros nietos, muéstrales la vida desde tu perspectiva como haces con nosotros, una mirada un tanto bohemia, un poco amarga a veces, pero que sabe disfrutar como nadie lo hace de las pequeñas cosas en el día a día. Quizá por todo ello nos es tan grata tu compañía. Enhorabuena de nuevo.
ResponderEliminarYa ves, pues esta vez no tengo palabras para responder a las tuyas tan sinceras.Un abrazo.
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