PALABRA EN
EL LABERINTO
Seguir a
ciegas el hilo de Ariadna
buscando tu
latido
por
pasillos de sombra,
blanco muro
hacia dónde.
Saberte en
lo más hondo,
en el
centro del tiempo,
esa cueva
de luz en la que habitas.
Y buscar,
como Orfeo,
la música
profunda
oculta en
el silencio
del
infierno callado donde naces,
Descubrir
tu presencia
y abrazar
la melodía
virgen que me ofreces
cuando
vibran las cuerdas
de la lira
armoniosa,
nueve
golpes de luz,
nueve
miradas.
Presencia
azul y cierta del poema.
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