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lunes, 23 de julio de 2012

ESTE ES UN CUENTO PARA NIÑOS UN POCO MAYORES. CON ÉL ME PRESENTÉ AL CONCURSO QUE TODOS LOS AÑOS CONVOCA LA BIBLIOTECA PÚBLICA DE GUADALAJARA CON MOTIVO DEL DÍA DEL LIBRO Y TUVE LA SUERTE DE GANAR.
EL LEMA ESTA VEZ ERA "MALOS DE CUENTO" Y YO PLANTEÉ LA PARADOJA DE QUE EL BIEN TIENE SU RAZÓN DE SER CURIOSAMENTE EN LA EXISTENCIA DEL MAL.
BUENO, Y OTRAS COSAS...AHÍ VA EL CUENTO.



REBELIÓN


El viejo escritor se enfrentó de nuevo a la creación de un relato que tuviese la suficiente fuerza para que el jurado de aquel concurso de narraciones breves se fijase en sus cualidades y le seleccionara entre los ganadores.

Una y otra vez había intentado poder figurar entre aquella élite de creadores que tienen ya su nombre escrito en las listas de profesionales de la literatura.

Durante muchos años, de forma tesonera y oculto en su pequeño despacho de aquella casa escondida entre las callejuelas más recoletas de la pequeña ciudad, había dado rienda suelta a su imaginación en multitud de narraciones llenas de fantasía y creatividad.

En su mesa se amontonaban los manuscritos encriptados en pequeñas carpetas en cada una de las cuáles figuraban, escritos con letra elegante, el título y la fecha en que habían sido terminados.

Una y otra vez había presentado sus creaciones literarias a diversas convocatorias con la esperanza de conseguir alguno de los premios ofertados y, una y otra vez, sus trabajos pasaban a formar parte de esa multitud de creadores anónimos, de esa colección de gentes entusiastas que escondidos en sus casas, bajo la luz de la lámpara de mesa, pasan horas y horas dejando sobre el papel plasmadas todas aquellas palabras, todas aquellas ideas y sueños que, tal vez algún día, hagan posible que sus esperanzas se vean satisfechas.

Esta vez, el tema propuesto era endiabladamente complicado. Bajo su aparente simplicidad escondía un reto espinoso y difícil de superar: un cuento para niños.

Nada hay tan sencillo en su apariencia, tan inocente en su aspecto como un niño.

Sin embargo, nada tan difícil de conseguir como el interés de un niño.

Durante años, siglos realmente, los creadores de cuentos infantiles han escrito auténticas narraciones para adultos llenas de moralejas, recomendaciones y demás zarandajas que a los niños les importan un comino.

Mediante los cuentos se ha pretendido ir modelando conductas, tallando personalidades y, en definitiva, ir educando a los nuevos miembros de la sociedad, todavía pequeñas figuritas de arcilla que es posible formatear, para que sean ciudadanos ejemplares e hijos obedientes y sumisos.

Pero un cuento para niños debería estar dotado de una magia especial, pensaba, que les haga entender la vida como algo digno de ser disfrutado, como un mundo en el que ellos sean parte, una parte importante junto al resto.

Debería eliminar en su relato cualquier elemento que hiciese referencia a lo feo, a lo no apetecible, a lo no deseado. En su relato idealizaría el mundo para sus pequeños lectores.

Intentó volver a ser niño; trató de dar marcha atrás en su cerebro, como si fuese una cinta de video que se pudiese manipular, hasta conseguir situarse en aquellos años en los que el mundo era un lugar esplendoroso. Pero no era posible. Todo lo que pensaba, todo cuanto se le ocurría, en un esfuerzo vano de comportarse como un niño era filtrado a través de su experiencia de adulto. Ni siquiera con la imaginación uno puede retornar hacia atrás en la vida. La experiencia nos aplasta y no es posible desprenderse de lo vivido.

A pesar de ello avanzó en el relato.

La historia, surgida de una breve idea, de una sucinta frase de comienzo, (¨lo malo no existe¨), avanzaba con paso lento. Los personajes iban surgiendo casi sin que él lo percibiera. Se iban conformando casi directamente sobre el papel sin que apenas tuviera en sus manos la posibilidad de manipularlos. Existían por sí mismos. Era, como no podía ser de otra manera, una narración para niños en la que los personajes eran niños.

Su historia de niños inocentes y hermosos era también una hermosa historia de hechos, lugares y acontecimientos ideales sin que en ningún momento de la narración apareciese el menor atisbo de emociones desagradables.

La narración estaba prácticamente conseguida. Sólo le quedaba rematarla con un final inesperado y sorprendente tal como tenía por costumbre.

Aquella noche, cansado pero satisfecho, dejó su lápiz sobre el último folio escrito y se acostó con la intención de terminar su cuento a la mañana siguiente.

Apagó la lámpara y dejó el despacho apenas iluminado por la claridad de la luna que esa noche, en todo su esplendor, se colaba a través de la ventana sobre la mesa del escritorio.

Pero algo extraño empezó a notarse en aquel cuarto. Una especie de neblina fosforescente se iba derramando sobre la mesa y, poco a poco, en los libros apilados en las estanterías se empezó a notar como un pequeño temblor; sus páginas fueron abriéndose y, de entre ellas, pequeños personajes, a modo de holografías, surgían y, uno a uno, se deslizaban como diminutas figuras hasta la mesa donde reposaban los folios recién escritos hasta agruparse en una pequeña multitud.

Sentados sobre las carpetas, lapiceros, sacapuntas y demás objetos existentes sobre la mesa, con caras enfadadas y gestos de preocupación se miraban unos a otros a la espera de que alguno de ellos tomase la iniciativa.

Allí estaban, con cara de circunstancias, el Lobo de Caperucita, la Bruja de Hansel y Gretel; el Lobo de Los Tres Cerditos, primo lejano del de Caperucita, si bien aquel tenía una posición económica algo mejor al haber fundado una empresa de demoliciones.

El Ogro con las botas de Siete Leguas, que calzaba casi el mismo pie que La Bestia, en un extremo de la mesa, ambos sentados sobre un grueso diccionario, chupaban una piruleta que habían cogido al pasar por la Casita de Chocolate.

La Madrastra de Blancanieves, convertida en una feísima vieja, pensaba en silencio mientras acariciaba una roja manzana de su cesta.

Una multitud de dragones, jorobados, gentes deformes con caras horrendas, elegantes malvados, ricachones como Mr. Scrooge y animales con cuerpos extraños, murmuraban entre ellos con preocupación.

El asunto que allí se debatía era su propia supervivencia.

¿Qué sería de ellos si cundía el ejemplo que aquel insensato pretendía difundir con su relato caso de resultar ganador: Hacer desaparecer del mundo de los cuentos cualquier indicio de malicia, cualquier personaje que pudiera ni siquiera causar un leve estremecimiento de temor en los niños?

¿Es que no comprendía que este mundo es mágico y apetecible gracias a que somos capaces de eliminar todo lo malo, de vencer todo lo no deseable, de suprimir todo lo que se opone a nuestra felicidad?

Lo blanco existe gracias a la existencia de lo negro; lo fácil porque a veces encontramos la dificultad; la alegría porque a veces lloramos.

El Yin y el Yang, D. Quijote y Sancho, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde; el Amor y Los Celos, Caperucita y El Lobo Feroz; toda la literatura universal está cuajada de personajes míticos que representan las dos caras de la moneda.

El hilo conductor de La Vida se fundamenta en la existencia de lo positivo como consecuencia de su oposición a lo negativo.

Lo Bello no existiría sin Lo Feo.

Ni La Felicidad sin La Tristeza.



Era imprescindible buscar una solución.

La encontraron en la cesta repleta de rojas manzanas revestidas de caramelo de la astuta madrastra de Blancanieves, aquellas manzanas capaces de adormecer durante siglos a quien las probase.

Cuando amaneció, impaciente por finalizar su relato, el viejo escritor se sentó con ansias renovadas sobre su escritorio.

Su mano cogió despreocupadamente aquella jugosa manzana que se le ofrecía apetecible en aquel amanecer hermoso que le permitiría concluir su narración, mecanografiarla y enviarla a la dirección propuesta en las bases.

Mientras escribía con su mano derecha,  mordió con apetito la manzana que sostenía con su mano izquierda.



Durante otro largo periodo de tiempo, Los Malos de Los Cuentos podrían vivir tranquilos.






2 comentarios:

  1. Me encanta Jorge, ¡qué original! No me extraña que ganases el premio. Sigue escribiendo cosillas.

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  2. Gracias Fernando. Me alegra que te guste porque eso me anima a seguir.Un abrazo y buen verano

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